A VUELTAS CON LA REFORMA
LABORAL
Antonio Algora, Obispo de
Ciudad Real
“Con
vosotros”, Semanario diocesano de Ciudad
Real, de 18/03/2012)
No me
toca a mí juzgar de la conveniencia o no, en el aspecto técnico y jurídico, de
una Ley en un momento determinado en el que la sociedad entera está amenazada
por una crisis global sin precedentes en la historia humana. Los ciudadanos de
la calle no tenemos elementos de juicio suficientes para dar una opinión
técnica en temas cada vez más complejos. En estos momentos, nos hemos de fiar
de las instituciones que deben entender de problemas de tan gran magnitud. Por
esto, les debemos exigir a dichas instancias políticas, sindicales,
empresariales, financieras y a los distintos colectivos de expertos que actúen
con responsabilidad y, si siempre tenemos todos la obligación de construir el
bien común, anteponiéndolo a intereses particulares,ahora más que nunca
corresponde mayor obligación alque más puede.
Dicho
esto, de lo que sí estamos en condiciones de juzgar es de la bondad o maldad de
una Ley que rebaja claramente los derechos de los trabajadores respecto a
situaciones anteriores, y lo peor es que llevamos muchos años ya de nuestra democracia
donde siempre los perdedores en el concierto social, repito, siempre, son los
mismos y siempre los más débiles.
Nadie
habla de provisionalidad en las medidas que se están tomando, luego lo que se
quiere hacer es establecer un «mercado de trabajo» en el que los empleadores
hagan y deshagan a su antojo, olvidando que el «empleado» posible es, ante todo
y sobre todo, «persona» a la que otros han dado la vida, la han educado, tiene
necesidades básicas: familiares y sociales, no es una mera fuerza de trabajo
que se admite o despide unilateralmente y durante un largo periodo de tiempo,
pues, en un año de provisionalidad en el empleo (esto es lo que dice la Ley),
puede ocurrir de todo, desde una gripe a un suceso familiar al que hay que
atender antes que a cualquier otra urgencia de la vida de la empresa.
Las
personas no somos tan flexibles, tan elásticas, como nos quieren hacer creer. ¿De
verdad no hay otras soluciones para crear puestos de trabajo? Parece mentira
que a día de hoy tengamos que echar mano de usos del pasado que trajeron tanta
injusticia y explotación a los trabajadores. Con estas medidas y sin meterme a
profeta, se van a conseguir los mismos frutos de un pretendido bienestar, hasta
es posible, pero no habremos avanzado nada en que el trabajador se sienta
realizado con su trabajo y le sirva para llevar una vida estable y sin
sobresaltos; que haga posible la familia, la educación de los hijos, el tejido
social compacto y fuerte que hace personas y países fuertes para soportar las
inclemencias de las coyunturas históricas.
Y, si no
queda más remedio que aplicar hoy estas medidas, ¿no han de ser complementadas
por otras en las que lo central sea la vida de las personas? ¡Tantos avances
tecnológicos para esto! Da la impresión de que las sociedades desarrolladas van
a ser las que más poder concentren en menos manos y esto no se corresponde con
las aspiraciones de una sociedad democrática avanzada. Los jefes políticos europeos
toman sus medidas por vía de urgencia sin apenas contar con los parlamentos
respectivos; los poderes financieros se están concentrando en muy pocas manos.
No sé si es muy descabellado pensar que, en el río revuelto de la crisis, están
pescando los más poderosos sin contar con la opinión de la sociedad.
Elevemos nuestras oraciones para que Dios
nuestro Señor
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